Entre los innumerables problemas que este país requiere enfrentar y resolver, destacan los de carácter ecológico o ambiental. Ahí están los casi 500 conflictos territoriales provocados por los proyectos extractivos (minería, petróleo, fracking, hidroeléctricas, megaturismo, carreteras, etcétera), el abasto y distribución justa del agua, la contaminación del aire en las mayores ciudades, los desechos tóxicos, el maíz y soya transgénicos, la urgente transición hacia energías renovables (el petróleo se acaba en el próximo sexenio), los impactos de los agroquímicos (fertilizantes y pesticidas), la apropiada regulación de los desechos industriales y el colapso vial que provoca la imparable introducción de autos en las urbes. Además se deben revisar o actualizar las leyes forestal, del agua, de la biodiversidad y la de las semillas. Todo ello requiere de un ministerio del ambiente dirigido por un equipo altamente capacitado, con experiencia y honesto. Se trata de un asunto delicado y de alta prioridad.
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