Si el cinismo de los legisladores estadunidenses es tan grande como para ignorar las protestas que siguieron a la más reciente masacre de jóvenes y profesores en un poblado situado en inmediaciones de la ciudad de Miami, Florida, entonces no hay forma de evitar otra masacre ni de cambiar la forma en que Estados Unidos ha avalado la creación del arsenal más grande en manos privadas en el mundo. La secuela de los acontecimientos en la escuela secundaria-preparatoria Marjory Stoneman ha sido inédita en un país para el que las masacres de estudiantes, profesores y ciudadanos comunes empezaba a ser algo habitual.
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