Tenía la esperanza de que fuera de esos temblores casi imperceptibles que otras veces han activado la alerta sísmica en la Ciudad de México. Salí apresuradamente para ponerme a salvo y mientras los perros ladraban y la alarma sonaba, me decía mentalmente que sería un movimiento de baja intensidad. Todo empezó a moverse y, junto con el mareo, me invadió el temor de que se repitieran las pesadillas del 7 y del 19 de septiembre de 2017, pero en plena negación seguía repitiéndome que todo estaba bien, que no habría heridos, ni muertes, ni daños, ni siquiera grietas que lamentar.
de La Jornada: Política http://ift.tt/2FvNOBt
No hay comentarios:
Publicar un comentario