sábado, 21 de abril de 2018

Ana de Ita*: Campo rojo

El campo mexicano no es más un lugar apacible para estar en contacto con la naturaleza y conocer la forma de vida de sociedades distintas que dependen de la tierra; se ha convertido en un lugar peligroso, codiciado por los intereses cruzados de las corporaciones extractivas y energéticas, de los narcos, la agroindustria, de inmobiliarias y constructoras de mega proyectos, que utilizan la violencia para despejar a los habitantes y despojarlos de sus territorios y bienes naturales. La violencia se ejerce para someter a los pueblos y forzar la implantación de proyectos que rechazan, para desmovilizar las resistencias, para desaparecer o asesinar a dirigentes y opositores. Las acciones criminales terminan con la vida campesina y el Estado es responsable por acción y omisión de la instauración y amplificación de esta violencia.

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