Acabo de leer su correo y no podría hacer ninguna otra cosa antes de contestarle. Cuando escribí la palabra que con toda razón le pareció incorrecta, lo sentí al momento y, le juro, que estuve a punto de regresarme y corregirla. Soy muy escrupuloso en cuestiones como las que se refieren a enfermedades, limitaciones físicas (desde hace muchos años se me reconoce como el presidente de la Asociación Mexicana de Hipocondría), a la orientación sexual o a políticas con perspectivas de género.
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