Ante el movimiento estudiantil de 1968, la jerarquía católica asumió una posición de extrema prudencia, demostrando, en privado, un abierto apoyo y hasta sumisión al gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz. En los hechos, en estos 50 años sólo una declaración formal sobre el tema ha sido emitida por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pero en ella ni siquiera aparecen las palabras Tlatelolco, Ejército o policía.
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