En bronce estatuario, con 2.20 metros de altura, Enrique Peña Nieto quedará a disposición no sólo de la historia (que desde ahora le adelanta pésimas calificaciones, las peores entre el catálogo de los peores después de la Revolución Mexicana) sino, de manera que podría ser literalmente contundente, de la opinión y acción de los viandantes que ahora podrán recorrer los arbolados caminos de la que a partir de este sábado dejará de ser la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
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