Nada cambiará de manera mágica, automática o instantánea. Será un largo y complicado proceso, del cual ya se han tenido muestras de textura y profundidad durante el raro periodo de hiperactividad de la presidencia electa. No habrá solamente una alternancia de siglas partidistas (como lo sucedido entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional), pues el arribo de Andrés Manuel López Obrador constituye, además, la primera ocasión, desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, en que llega al poder un político que podría inclinar la acción institucional hacia sectores populares y corregir a fondo las graves distorsiones que tanto afectan al país. Será, en ese sentido, tal vez la última oportunidad del actual sistema político y económico para ser remozado sin traumatismos graves ni explosiones.
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