Saliendo de Temuco, corazón del territorio mapuche, las extensas plantaciones de pinos envuelven aldeas y pueblos, como olas que se ciernen sobre las gentes de la tierra, alambradas “naturales” de un descomunal campo de concentración. Las carreteras y caminos atestadas de carabineros en sus camionetas verdes, complementan el cerco de las plantaciones con un asedio implacable, tatuado en fuego y metralla sobre cuerpos morenos.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2Guqzfc
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