Entre los grandes beneficiarios de contratos otorgados para la obra y los servicios del sector público abundan los paladines de la “gente decente”. Casi todos gozan del buen trato otorgado por la élite social que sin remilgos los admira. Las deferencias a su presencia son generalizadas y dilectas. Aparecen, con regularidad, casi metódica, en las revistas y secciones de sociales especializadas. Diarios y otras publicaciones se disputan los favores de sus presencia, egregio desplante y atildada imagen. Se les conoce como personas de respeto y sólo algunos de ellos, en efecto, se lo han ganado con acciones como creadores de riqueza. Marchan, con la cabeza en alto, al frente de empresas de prestigio y gran tamaño. Han llegado a ser indispensables capitanes de industria o comercio y servicios. Se les elige, con frecuencia, como recipientes de premios por su incansable labor al frente de agrupaciones de corte filantrópico. Caritativos, en su naturaleza externa, emplean tiempo y recursos para distinguirse de la comunidad que los rodea.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2RH7T10
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