Juan Millán era un joven dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) aquella mañana en que Fidel Velázquez lo mandó llamar: “Compañero Millán, usted tiene fama de moderno, de progresista, así que le voy a pedir algo”. “Lo que usted diga, don Fidel”, respondió quien años más tarde sería gobernador de Sinaloa. “En la próxima asamblea pida la palabra y haga un pronunciamiento contra la relección”. La disciplina fue más grande que el miedo y Millán cumplió la encomienda.
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