El asesinato de una maestra, el suicidio del perpetrador –un niño de 11 años– y el ataque a sus compañeros de clase, en Torreón, Coahuila, la semana pasada, obliga a reflexionar sobre las causas, la atmósfera y las condiciones que permitieron que alguien, nacido apenas en 2008, se convirtiera en el centro de una tragedia.
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