Durante la celebración de sus 90 años, David Ibarra dio fundamentales trazos de la vieja estructura neoliberal que juzga envejecida. Desgraciadamente, algo de la cual aún prevalece a pesar de los esfuerzos por cambiarla de raíz. Al mismo tiempo, don David asienta una visión del desarrollo y la justicia que debe buscarse. Él afirma que debe cimentarse con nuevas voces y votos. El cambio al statu quo prevaleciente es, según Ibarra, indispensable. Hombre de sólida formación académica, complementada con la experiencia de haber habitado en los primeros niveles decisorios de las finanzas nacionales, sus aportaciones son más que bienvenidas. Al pasar revista de los sustentos básicos del neoliberalismo –que él mismo dice que aceptó y llevó a la práctica– ahora clama por las indispensables correcciones. Pasó revista a la insistencia de privilegiar, desde el banco central, el control de la inflación a costa de mantener las tasas de interés en niveles poco convenientes. Dejarlas con altos rendimientos, para atraer inversiones, castiga con rigor los salarios de los trabajadores. Esta es una de las causales directas de la concentración de la riqueza y, por tanto, de la galopante desigualdad. Los precios, por lo demás, nos dice Ibarra, ya reciben, entre otros factores, presiones a la baja provenientes de la integración de los mercados.
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