Hace unas semanas asistí a una reunión con grupos de buscadoras de familiares de desaparecidos. Cada una de ellas (y de ellos también, aunque son muchas más mujeres que hombres) forma parte de alguna agrupación. Las había en el norte y en el sur, en el Golfo y el Pacífico. La reunión sucedió justo en los días en que la FGR encontró restos de uno de los famosos 43, y con el hallazgo se había anunciado la muerte de la “verdad histórica” (me refiero a la de la investigación peñista, porque la confianza que mantiene el Estado respecto de su poder de decidir cuál es “La verdad histórica” sigue intacta).
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