Aunque la posibilidad de regresar a clases de manera presencial significa emociones y estímulos positivos para muchos menores y sus familias, también ha implicado una sensación de estrés, ansiedad e incertidumbre para otros, por lo que es necesario que los padres estén atentos a las posibles señales de alerta y dialoguen con sus hijos para atenuar sus afectaciones.
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