En estos tres años –vaya que han pasado rápido– la presidencia de Andrés Manuel López Obrador ha conseguido reorientar a un Poder Ejecutivo que estaba dedicado a hacer negocios particulares para ponerlo al servicio de los intereses populares y nacionales. Así de simple y así de rotundo, por más que persistan núcleos de interés y corrupción enquistados en reductos de la administración pública y aunque muchas personas no logren comprender que los beneficios de la transformación no van dirigidos a sectores conformados por decenas de miles sino a decenas de millones.
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