La reforma laboral de finales de 2012 no generó mejoras a los trabajadores. Sí, en cambio, precarizó las fuentes de empleo, provocó jornadas más extensas y que las remuneraciones fueran menores. Además, su fracaso se evidencia con un mercado de trabajo que preserva altos niveles de desempleo, al sumar 9 millones de personas en esa situación.
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