En el asunto de la evaluación a los maestros, desde el punto de vista del sistema, desde la óptica del gobierno y del secretario Chuayffet, no se trata de dar argumentos, de dialogar y convencer con razones, sino de imponer por la fuerza “llueve o truene”, y para ello se usan las armas propias de un sistema autoritario: policías y soldados vigilan los lugares en que se evalúa, rodean, encapsulan y siguen todas las marchas y manifestaciones de los profesores que opinan en forma diferente y hacen oír su voz como les es posible. Se les amenaza con dejarlos sin paga y les echan encima una campaña en contra por radio y televisión, acompañada de voces campanudas de comentaristas y articulistas que califican a los maestros de “vándalos”, irresponsables y dañinos a la educación.
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