En el camino de Chalchihuitán, a cinco minutos de uno de los campamentos de desplazados por la violencia en Los Altos de Chiapas en los que sobreviven cerca de 200 de los más de 5 mil refugiados, aparece una recién instalada posición militar. De nada sirve para ofrecer seguridad a la población que huye de los disparos y de la quema de sus viviendas y pertenencias. Los tiros se siguen escuchando en esta tierra de nadie y, como dicen aquí, “el gobierno sigue sin hacer nada”.
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