En una sociedad tan polarizada y violenta como la que estamos viviendo, el anhelo individual y colectivo de paz, como plenitud de dones y bendiciones, propio de estos tiempos de Navidad, se ha convertido en México en una necesidad cada vez más imperiosa. Es por ello pertinente añadir a todas las voces legítimas que reclaman el derecho a vivir en paz, más allá de falsos unilateralismos, que la confunden con supuestos enfoques eficaces de seguridad y violencia, la de los siete obispos católicos que integran la Comisión de Pastoral Social del Episcopado Mexicano. Para empezar, en su pronunciamiento, publicado el pasado 12 de diciembre, y titulado “Con decisión construyamos la paz”, añaden enseguida la frase “Basta de falsas seguridades”, y se hacen eco de la concepción de que la violencia tiene en efecto orígenes multifactoriales y no puede seguir explicándose simplemente, como repetidamente lo difunden sospechosamente los diferentes gobiernos, como “consecuencia de enfrentamientos entre bandas”.
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