Desde hace casi 30 años los distintos gobernantes de Ciudad de México han tomado medidas para mejorar la calidad del aire que respiran millones de habitantes. A ellas se suman las acordadas con las entidades vecinas, pues la contaminación atmosférica no respeta divisiones geopolíticas. Lo logrado hasta hoy en buena parte se debe a las sugerencias de especialistas que han demostrado los daños que causan el plomo, las partículas, el ozono, el dióxido de azufre o el carbono en la gente y el ambiente. Cabe citar los trabajos pioneros del doctor Humberto Bravo, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México; el grupo que sobre plomo presidió el doctor Eduardo Palazuelos; los de Jorge Legorreta en el Centro de Ecodesarrollo, y los del Instituto Nacional de Salud Pública.
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