El pasado lunes, en un reportaje de Fernando Camacho y Arturo Sánchez, se mencionaba como un dato más pero, sin darle mayor importancia, el hecho que para mí merecía no sólo la cabeza de la nota, sino una primera plana. Después de 20 horas de intensos debates, a las ocho de la mañana del sábado 15, se votó la sede de la próxima reunión de la Asamblea Interuniversitaria. Al respecto hubo una sola propuesta: el auditorio universalmente conocido como Che Guevara y, cuyo nombre, legalmente asignado, es el de Justo Sierra. El único riesgo que se corría era abrir las puertas a los grupos que desde hace muchos años se han posesionado del recinto, y cuyos objetivos de lucha no se empataban con los del actual movimiento.
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