Entre 1982 y 1984, al menos 46 mil guatemaltecos (según conteo, en 1984, de la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados, que no computa a quienes entraron sin darle cuentas al gobierno), casi todos ellos campesinos indígenas, se instalaron en nuestro país, mayoritariamente en la selva Lacandona, de donde muchos fueron trasladados por la fuerza a Campeche y Quintana Roo. Huían del terror de Estado que en su país, se tradujo en “una enloquecida campaña contrainsurgente” contra las comunidades de El Ixcán y El Petén, además de otras modalidades sumamente violentas.
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