Un mes antes de que Andrés Manuel López Obrador tome posesión como presidente constitucional, su equipo ha ganado una primera partida de enorme relevancia en contra de la corrupción oligárquica y del régimen al que le queda menos de un mes de vida: la anunciada cancelación de las obras para construir un aeropuerto en Texcoco, previa realización de una consulta por medio de la cual se invitó a la sociedad a manifestarse en pro o en contra de ese proyecto y de su alternativa, la ampliación de la actual base aérea militar de Santa Lucía para convertirla en un aeropuerto mixto comercial/militar, la recuperación de la terminal aérea de Toluca y la renovación del Benito Juárez, a fin de hacer frente al incremento del tráfico aéreo en el centro del país sin recurrir a un megaproyecto como el que pretendió hacer el peñato en Texcoco: con un historial de represión y despojo a las comunidades de la zona, enormes y evidentes inconsistencias técnicas, opacidad administrativa y contractual, el gigantesco dispendio que implicaría cerrar la terminal aérea en funciones y un impacto ambiental muy ominoso para la localidad y para toda la cuenca del valle de México.
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