Llevamos ya varias décadas desde que se comenzaron a pedir y a otorgar perdones por hechos pretéritos, en los que tanto los pecadores como ultrajados originales han muerto. A veces esos rituales de absolución parecen algo estrambótico. En 1998, por ejemplo, un grupo de 2 mil cristianos realizó una caminata en la ruta de las cruzadas, pidiendo perdón a diestra y siniestra por las salvajadas perpetuadas por sus ancestros hacía 900 años. Resulta difícil saber si los turcos y sirios a los que les pedían tantos perdones se sentían o no herederos de las víctimas, pero el ejercicio tuvo sentido para los peregrinos.
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