Cuando Felipe Calderón me expulsó ilegalmente de México en abril de 2011, utilizando unas viles triquiñuelas migratorias, me dolió bastante tener que dejar abruptamente a Maribel, mi casita de Cuxtitali, mis amigos, mi chamba, los libros, mi motocicleta, la gata Violeta. Pero lo que más pena me dio fue no poder encontrarme más con Elena Poniatowska Amor, la persona que en mis dos décadas en México más me ha gustado y he apreciado con gran afecto. Y que más he entrevistado, siempre para periódicos italianos.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2YN3ZCM
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