A los reformadores, ponentes y opositores que negocian las reformas y las vuelven normas jurídicas, la educación mexicana siempre les ha resultado inaprensible: ya bajo el inefable gobierno de Peña Nieto, o en el actual de la 4T, se ha hecho del problema educativo una reducción o simplificación extrema de la complejidad efectiva del problema. Así, por necesidad, el futuro de la educación no está escrito en ninguna parte: nadie se orienta por una visión de largo plazo, un conjunto de objetivos detallado según regiones y niveles educativos. Nadie cuenta con una estrategia conducente a esos objetivos inexistentes. Sólo veremos en el devenir el conflicto generado por la insatisfacción de una parte de los docentes, relacionado con la dimensión laboral de su trabajo. El debate de los temas propiamente educativos permanece ausente entre los reformadores.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2VSwimr
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