No es cierto que la austeridad sea una buena consejera. Mucho menos si por austeridad se entiende resignación frente a la penuria. De aquí emergen los peores pensamientos que se vuelven rencores sociales pero también lucha descarnada, hasta del todo por el todo, en defensa o en pos de los recursos siempre escasos que la llamada austeridad convierte en algo más que valioso y por lo que vale la pena luchar hasta el final, hasta la muerte, pero de preferencia la del rival, presunto o real contendiente por el acceso y control de capacidades instaladas, riquezas existentes o supuestas, etcétera.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2WqkhE7
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