En días recientes se registró un debate intenso en el campo de la salud pública. Esto debemos aplaudirlo. Lo negativo es que se trata de una discusión polarizante y parcial, a la que le faltan datos y argumentos y en la que sobran prejuicios. En la controversia se pretende ubicar a quienes intervienen, en uno de dos bandos, con el Poder Ejecutivo encabezando una de las facciones y con pocas posibilidades de que la polémica tenga algún efecto en la recomposición de las políticas públicas. Se trata por supuesto de la desaparición del Seguro Popular y del arranque del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi).
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