Después de la asonada en Bolivia, pareció calentarse una fuerte discusión que no tenía mucho sentido. Por supuesto que se trató de un golpe de Estado en su corte clásico: la concentración del poder, para aumentar la fuerza de su economía y el control de los medios productivos en el territorio, la emprendió contra el presidente Evo Morales, en este caso para intentar apoderarse del litio que apunta a convertirse en la nueva riqueza que se diseña sobre la tierra, sobre todo en los nuevos productos electrónicos y eléctricos que ya se preparan para el muy próximo futuro.
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