Niños y adolescentes que han permanecido confinados en casa desde el 23 de marzo expresan enojo, tristeza y temor ante los efectos que genera en su vida cotidiana la emergencia sanitaria. Señalan que los horarios de clases en línea, por televisión y tareas escolares “son mucho más pesados que en la escuela, porque nos están pidiendo cosas que ni siquiera hacíamos en clase”.
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