En las últimas semanas se comprobó cuánta razón tenían los especialistas que hace 40 años pedían al gobierno apoyo para impulsar en México las energías “limpias”. Entendían que los hidrocarburos y las hidroeléctricas cubrirían por largo tiempo la demanda de energéticos. Pero los primeros se agotarían y afectaban al ambiente y la salud pública. Y los enormes embalses de las hidroeléctricas se azolvaban con la tierra de la erosión de las cuencas hidrográficas.
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