Israel Vallarta fue devuelto ayer al penal de alta seguridad de Puente Grande, en Jalisco. Está preso desde diciembre de 2005 y, en más de catorce años, no ha sido sentenciado: ni culpable ni inocente, sólo sujeto a un tramposo y entrampado proceso penal. Salió de su celda el pasado 13, “por diagnóstico de infección en vías respiratorias, cuadro compatible con Covid-19”, según un reporte oficial arrancado a base de presión pública por sus familiares y, en especial, por su esposa, Mary Sáinz.
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