Uno tras otro se presentan dilemas y desafíos. Algunos los identificamos y tratamos de sortear o superar con políticas, convicciones o ingenio. De otros mejor no hacemos caso. Tal es la trama cruel que vivimos a diario y, seguramente, viven con angustia los responsables de la conducción económica y social del país. Por alguna ignota razón, no podemos decir lo mismo del continente político, donde debería deliberarse y dirimirse a través de las acciones y diseños del Estado la intrincada manigua a donde nos trajo la crisis que hoy nos abruma y lo hará por un buen tiempo.
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