La fragilidad de la especie humana nunca había sido tan extrema. En tanto, la especie permanece insensible a los altos riesgos que enfrenta: no percibimos la amenaza aunque nos hallemos pisando el borde. Escribir sobre el riesgo parece apenas alharaca. Estamos a un tris del final con una venda en los ojos. Amenazas catastróficas avanzan inadvertidas, y permanecemos impasibles tal vez sin remedio.
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