Hemos enumerado tres de nuestros vicios públicos. En el artículo anterior nos referimos a la simulación, ahora hablaremos de la corrupción. La raíz de ésta se encuentra en la época colonial, los virreyes nombrados aprovecharon sus puestos para hacer negocios y alcanzar fortunas. La autoridad superior, también corrompida, estaba a miles de kilómetros. Durante los tres siglos de la Nueva España, los criollos y peninsulares pudieron hacer negocios sucios, defraudar al fisco y contrabandear.
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