En las pasadas dos semanas hemos vivido bajo una suerte de avalancha informativa que ha concentrado la agenda de debate público en torno del tema de la corrupción. El escándalo desatado a raíz de la publicación de los videos filtrados recientemente en el contexto de la investigación a Emilio Lozoya Austin, así como los que vinculan directamente a la familia del presidente Andrés Manuel López Obrador, parecen ser sólo el preámbulo de una batalla política que hoy por hoy se dirime menos en los tribunales que en los terrenos del escarnio público.
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