A fines del siglo XX, en las fechas de Navidad, los agentes de la patrulla fronteriza, mejor conocida como “la migra”, aplicaban la política del buen vecino. Llegaban a la zona del Cañón Zapata, en territorio de Estados Unidos, con una camioneta cargada de golosinas para repartir entre las decenas de migrantes que esperaban que oscureciera para llegar a San Ysidro.
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