En términos políticos, y sobre todo electorales, la versión más redituable de Andrés Manuel López Obrador es la del combatiente instalado en el campo de batalla, con banderas agitables y prosélitos dispuestos a batirse por su líder. Virtualmente a dos meses de cumplir dos años de ejercicio presidencial, con una crisis sanitaria y económica enmarcada globalmente, pero agravada en lo nacional, y con las elecciones intermedias de junio de 2021 como referente inmediato, el político tabasqueño, siempre opositor, ya está montado de manera explícita en su caballo de pelea.
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