Entre los principios de la Guía ética para la transformación de México se incluye que “desde una perspectiva humanista, los criminales y corruptos pueden redimirse por medio de la reflexión, la educación e incluso la terapia sicológica, sin renunciar, desde luego, por la seguridad de la sociedad y por motivo de justicia, a la posibilidad de sanciones como la privación de la libertad”. Considera lícito poseer y acrecentar bienes materiales si es con respeto a las leyes y con la conciencia de que la riqueza debe ser distribuida. Sobre el sufrimiento y el placer, plantea: “Goza sin más limitaciones que las de no dañar a nadie y no hacer daño a tu propia persona (…) no te aficiones al dolor; llora tus pérdidas y sigue adelante”.
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