El papa Francisco ha dado un duro golpe a los tradicionalistas y conservadores católicos. El pontífice argentino anunció el viernes 16 de julio un marco restrictivo para celebrar la misa antigua en latín, modificando un decreto de 2007 de su predecesor, Benedicto XVI, que la había cedido a la presión de los católicos tradicionalistas. Joseph Ratzinger justificó la medida para fortalecer la unidad de la Iglesia. En su momento, Benedicto XVI fue muy cuestionado, pues daba señales de alejarse del Concilio Vaticano II que, en definitiva, impulsa la reforma litúrgica permitiendo que la nueva celebración litúrgica se articule en los idiomas locales, y el sacerdote celebrante de cara a los feligreses asistentes a la misa.
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