“¡Cómo estarán deteriorados nuestros servicios de inteligencia que no nos enteramos de que los cubanos iban a Angola, sino cuando ya estaban allí!”, comentó Kissinger a Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, después del anuncio oficial de la noticia el 24 de noviembre de 1975: una anécdota contada por Gabriel García Márquez en el impecable artículo Operación Carlota de Cuba en Angola. En realidad, el primer barco en costa africana, el Vietnam Heroico, llegó el 4 de octubre, seguido por otros dos, surcaron sigilosamente 10 mil kilómetros llevando a 480 especialistas militares, encargados de organizar centros de entrenamiento para formar 16 batallones de infantería angolana, brigadas médicas, pues en Angola había sólo 90 médicos, equipo de comunicaciones, transporte y mil toneladas de combustible. La Operación Carlota arrancó el 7 de noviembre transportando 600 miembros de tropas especiales en los viejos aviones Bristol Britania de turbo hélice, cargados con cañones de 75 milímetros y morteros para atajar el avance de las tropas enemigas que por el norte y el sur habían invadido el territorio, con el objetivo de impedir que el 11 de noviembre Agostinho Neto declarara la independencia del país. Ciertamente Kissinger ignoraba qué sucedía y planeó otro desenlace: un cómodo paseo para aniquilar esta nueva revolución descolonizadora. Ya para entonces todo el pueblo de Cuba guardaba el secreto compartido.
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