martes, 31 de julio de 2018

Víctor M. Toledo / II Y Último: México, cómo rescatar un país devastado

En la primera parte de este ensayo ( La Jornada, 7/17/2018) propusimos siete “faros” que deberían guiar al nuevo gobierno (2018-24): (a) lo anti-neoliberal; (b) la comunalidad y la coperación; (c) el rescate de la memoria; (d) la democracia directa y participativa; (e) la defensa de la naturaleza; (f) la regeneración del tejido biocultural, y (g) una ciencia y tecnología para la emancipación. Examinados brevemente los primeros dos, esta vez revisamos los cinco restantes. (c) El rescate de la memoria. El mundo moderno en su versión actual, que impone el capital corporativo, es una civilización fincada en la supresión de los recuerdos. Todo tiende a suprimir los “aromas del tiempo”, a vivir una realidad instantánea. ¿La razón? La modernidad industrial, tecnocrática y neoliberal se impuso, y se sigue imponiendo sobre las cenizas de la tradición, natural y cultural. Las ideas de “progreso”, “crecimiento”, “desarrollo”, etcétera, en la fantasía neoliberal supone una comparación donde el pasado se identifica con su antítesis: lo “arcaico”, “atrasado”, “primitivo”, “subdesarrollado”. Un proyecto de nación “posneoliberal” debe centrarse en el rescate de la memoria de los individuos, las comunidades, las regiones y el país mismo, desde los orígenes de la civilización mesoamericana. Volver a identificar a los mexicanos como los “seres del maíz” acaso sea el mayor acto de recuperación de la memoria, porque ahí reverberan 7 mil años de historia. Como me compartió un chamán purhépecha, “… todo aquello que se construye destruyendo a la tradición termina incendiándose”.

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