El éxodo de migrantes, mayoritariamente hondureños, tuvieron que enfrentar, entre otras calamidades, el cierre de la entrada al país resguardada por 400 policías federales, los que si bien no estaban armados, sí tenían equipo antimotines, mismos que aplicaron a los migrantes, como fueron los gases lacrimógenos que lastimaron a muchos de ellos. Los periódicos y noticiarios han dado cuenta, desde muy diversos matices, las enormes dificultades y sobre todo lo que se ha convertido en una verdadera tragedia humana.
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