Las mujeres en las cárceles mexicanas, al igual que muchos sectores de la sociedad, tienen muchas expectativas puestas en los cambios que prometió el nuevo gobierno. Las “presas de la pobreza” esperan con ansiedad la prometida amnistía que sacará de las cárceles a quienes ocupaban el lugar más bajo de la pirámide del narcotráfico y que muchas veces recibieron penalizaciones muy altas para contribuir a la “numeralia de la guerra contra las drogas”. Se trata de mujeres indígenas y mestizas, campesinas pobres o vendedoras ambulantes, que forzada o voluntariamente se vieron envueltas en las redes del narcotráfico, sembrando o vendiendo pequeñas cantidades de drogas naturales, y que se convirtieron en “presas de la estadística” con condenas de entre 10 y 15 años de prisión, lejos de sus comunidades y de sus familias. A estas mujeres, cuyo encarcelamiento no ha hecho a la sociedad más segura, pero sí más vulnerables a sus hijos menores de edad, les urge que se instauren mecanismos ágiles y transparentes de revisión de expedientes judiciales.
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