El deleznable crimen contra Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, fue un punto de inflexión en la historia de México. Luto personal inmenso para su familia, tragedia colectiva de millones de mexicanos, más allá del perímetro del partido en que orgullosamente siempre militó y por cuatro años presidió. Pero también fue el doloroso tránsito hacia una nueva etapa en la vida del país, de apertura y demolición paulatina del sistema autoritario y verticalista de siglos, del tlatoani prehispánico al presidencialismo metaconstitucional.
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