Mónica fue testigo de la forma como maltrataron a su esposo. Uno tras otro los abusos se acumulaban. Golpes en todo el cuerpo, incluso con un látigo de espuelas que le arrancaba la piel de la espalda. No fue suficiente: la mujer fue obligada a presenciar cómo le quitaron el pantalón para desollarle el muslo izquierdo. El tormento fue tal que Alfredo no lo soportó. No sobrevivió a la tortura, pero de su cuerpo nada se sabe. Eso no sería lo peor. El suplicio para ella apenas comenzaba.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2Gz432G
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