La crítica mediática establecida lleva meses presionando el imaginario colectivo sobre los errores, necedades y flaquezas del Presidente. Lo desean ver, fervientemente, con la cabeza en el cadalso. Sin perdón y al borde de la única salida posible: su renuncia tal y como citan, en redes sociales, sus opositores en la marcha convocada. No llegarán a ese extremo, pero no dejan de martillear con sus epítetos y predicciones del mal en puerta sin remedio. A cada acción, dicho o propuesta de AMLO se opone una severa, unificada, coordinada y feroz andanada de opiniones contrarias. Nada de lo que emane de sus ya famosas “mañaneras” quedará exento de instantáneos descalificativos. Poco, muy poco de las decisiones tomadas, por parte de esta administración federal, llevarán, según cuentan en sus influyentes espacios, impregnados destinos alegres, constructivos, acertados, de concordia, positivos. El fracaso aguarda en cada voz suya, la tragedia irá de su mano, el desencanto será la consecuencia inevitable de sus mentiras y los tronantes desacuerdos con la realidad dejan asomar precipicios inminentes. Lo peor quizá sea el dictamen planfetero de su incapacidad para enfrentar la crisis pues, según palabras de agudo y profundo observador, AMLO no tiene prudencia institucional, disposición anímica ni humildad intelectual para sortearlas.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2PsCkU8
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