En 1985, oí decir a don Jesús Reyes Heroles que la mejor voz de un ex presidente de México era la que no se oía. Era ésta una idea que se llevaba al retiro quien entregaba la llave de Los Pinos, y en términos generales puede decirse que, después de Calles todos los priístas hacían un severo mutis de la escena pública o, cuando mucho, asumieron funciones menores y siempre a las órdenes del jefe en turno.
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