El tema de la felicidad parece ajeno a la política. Cada quien es responsable de ser feliz en el régimen que le haya tocado. Existimos algunos románticos que pensamos que con la democracia vendría la felicidad, Borges lo ha negado rotundamente. En el proemio de la Declaración de Independencia de Estados Unidos se establece como un objetivo y un derecho humano la felicidad. También la Constitución de Apatzingán se metió en el embrollo de definirla. Yo creo que la felicidad consiste en estar a gusto con nuestra propia vida. Es disfrutar de modo (más o menos) permanente la alegría de vivir.
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